El buen nombre, el trabajo, la excelencia y la responsabilidad
- Gabriel López
- 13 oct 2024
- 4 Min. de lectura
Es increíblemente importante la formación de familias nucleares conformadas por padre, madre e hijos pues es una forma de estimular el traspaso del legado de generación a generación. A la misma vez, es supremamente triste como la creación de este tipo de familias ha sido subvaluado a tal punto que mujeres y hombres ven la formación de familias como una tarea muy pesada. Y la verdad es que a lo largo de la vida nos damos cuenta que todo lo que nos genera verdadera satisfacción nos ha costado mucho, no ha sido fácil. En fin, sobre ese tema hay tanto que decir que se llenan libros hoy día.
Entonces, en estas familias los padres se reúnen con hijos y con ejemplo y lecciones les traspasan información clave para su vida. Comportamiento y conocimiento que habrá de repetirse a lo largo de sus vidas para luego pasarlo a la siguiente generación. Hoy yo me dí a la tarea de trasmitirle a mi hijo mi reflexión y experiencia sobre el trabajo, la excelencia y la responsabilidad. A propósito ya voy a cumplir 50 años y todavía aprendo sobre estos temas.

Son temas presentes a lo largo de la vida. Seguro que los he escuchado desde niño y los he practicado sin nunca entenderlos tan bien como hoy día los entiendo.Y, en este caso, no los entiendo mejor porque me haya sentado a estudiar sobre el tema y acudí a los libros de los mejores autores. No. En este caso la vida me cerró tantos espacios que me dejó un sendero firme y prometedor donde mi mejor y casi única opción fue migrar hacia un país más desarrollado que me ofreciera estabilidad para trabajar mientras lanzaba mi siguiente proyecto de emprendimiento.
Emigrar a un nuevo país, con solo $800 dólares en el bolsillo para comenzar de nuevo, donde llegaba a un lugar en el que nunca había estado y nadie me conocía. Solo tenía seguro un lugar donde comer y dormir a cambio de 3 horas de trabajo en las mañanas. Pero para el que tiene ganas ve la oportunidad en cada reto. Esas 3 horas me dejaban el resto del día libre para hacer lo que quisiera. Eso podía ser, seguir trabajando en un lugar remunerado.
En esa situación y con muchas ganas tuve claro que mi estrategia de crecimiento en esta nueva aventura sería en base a la reputación, el buen nombre y las buenas referencias. En un lugar nuevo, donde nadie me conoce y llego con poco o casi nada de dinero, montar empresa que tenga capacidad de sostenimiento es muy poco probable para comenzar. Entonces, inicié trabajando con excelencia, porque esa es la única llave que tenía para abrir la siguiente oportunidad. Crear un nombre por un trabajo hecho con excelencia era mi estrategia, mejor y única opción prometedora.
El trabajo no fue fácil, un trabajo físico en mantenimiento y limpieza. De pie durante las ocho horas. Haciendo algo para lo que no me preparé y muy por debajo de mis expectativas. Y también una gran oportunidad para conocerme a mi mismo y formarme como persona y hombre responsable. Donde me pude demostrar que el buen nombre hecho a pulso con responsabilidad y excelencia vale. Después de hacer este trabajo durante dos años y medio y sudar mucho y crear una muy buena reputación y muy buen nombre me ofrecieron otro trabajo a tiempo parcial en el área administrativa dentro de la misma empresa, a nivel gerencial. La calidad de trabajo me mejoró mucho y el nivel de satisfacción por el logro se fue por las nubes.
El gran aprendizaje de toda esta experiencia es que un trabajo, cualquiera que sea, dignifica y tiene la capacidad de mostrarte lo grande que eres desde un lugar muy pequeño. Además, a pesar que el trabajo fue físico la batalla a diaria era mental. Una lucha de pensamientos que cuestionaban toda mi vida y a lo que había llegado. Rechazando muchas veces una realidad donde el entorno me apreciaba por la calidad con la que lo hacía. Más de una vez estuve a punto de tirar la toalla pero me recordaba las razones que me habían llevado hasta allí y el camino de regreso o alternativas cercanas, ninguna ofrecía una mejor situación sino todo lo contrario. Me respondía mentalmente: "Tranquilo, de aquí nadie te está sacando, si estás agobiado, termina tu trabajo rápido y vete a casa, ya mañana será otro día".
Y en aquellos días tan difíciles que cuesta tanto decidir levantarse puse en práctica el valioso consejo: "la mitad de la tarea esta hecha con tan solo llegar al lugar donde tienes que hacerla". Eso me ayudó mucho y funciona.
Haber emigrado a otro país para hacer empresa y nueva vida es un reto enorme sobretodo si se tiene que empezar de cero. No obstante, si hay enfoque, buen trabajo, excelencia y responsabilidad, se crea un buen nombre y los resultados se tornan muy satisfactorios después de un tiempo. Hay que tener mucha humildad y aceptar el proceso y su rigor. Es tremendamente formativo. Esta experiencia me convirtió en un hombre de verdad que sabe valorar y dar prioridad a lo importante de esta vida. Esta lección es oro puro para un hijo, para mis hijos. De pronto, también para alguien más!
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